La animación y la televición
En los años 1960 y 1970, con la popularización de la televición, los
cortometrajes de animación desaparecieron definitivamente de los cines, a
partir de entonces limitadas a los largometrajes comerciales, terreno dominado
por Disney hasta los años 1990. A pesar de ello el cortometraje floreció en
otros canales de distribución (festivales, circuitos especializados, etc.),
sobre todo con la aparición de numerosas escuelas de animación en todo el
mundo.
En Estados Unidos, Hanna-Barbera dominó la
animación para televisión y Disney la animación para cine. Sin embargo, en los
años 70 algunas alternativas gozaron de favor del público. El más conocido
puede ser Ralph Bakshi, con sus
primeras películas pertenecientes al movimiento underground (Heavy Traffic, Fritz el
gato caliente) y posteriormente sus películas de fantasía (El señor de
los anillos, Wizards, Tygra). Entre los cortometrajistas
destacaron John y Faith Hubley.
Las industrias de Europa del Este y
la Unión Soviética, se
convirtieron en las más potentes del mundo: la producción fue enorme en volumen
y variedad, desde las series de televisión para niños hasta los cortometrajes
artísticos más vanguardistas y radicales. De entre los muchos artistas
importantes, el más famoso es el checo Jan Švankmajer, que utiliza el stop-motion
y la plastilina para crear mundos surrealistas. Otros nombres que se pueden
mencionar son los de Marcell
Jankovics, Sándor
Reisenbüchler, Yuri Norstein, Walerian Borowczyk,
Jan Lenica,
etcétera.
Osamu Tezuka protagonizó la explosión de los
dibujos animados nipones, en lo sucesivo conocidos como anime.
Autor de historietas prolífico, adaptó varias de sus
propias obras, consiguiendo el primer éxito con la serie de televisión Astroboy, que definió los rasgos habituales
del anime: rasgos faciales de los personajes, animación limitada, narración
semejante al cine de imagen real, vínculo entre la industria de la animación y
la del cómic. Tezuka, un huracán creativo, también realizó largometrajes y
hasta cortometrajes experimentales. Durante los años 60 el anime fue habitual
en las salas de cine, pero en la década siguiente quedó confinado a la
televisión. También hubo notables animadores independientes como Yoji Kuri y Kihachiro
Kawamoto.
En Europa occidental los logros fueron más puntuales: películas como El
submarino amarillo de George Dunning,
Allegro non troppo de Bruno Bozzetto o El planeta salvaje de Réne Laloux
tuvieron repercusión. En el cortometraje destacaron artistas como Raoul Servais, Jean-François
Laguionie o Paul Driessen
En Europa
En Francia han destacado los cortometrajes de la productora Folimage; en
largometraje, el éxito de Kirikú y la bruja
de Michel Ocelot ha abierto el camino para un número creciente de películas de
ambiciones y calidad notables: Las trillizas de Belleville de Sylvain
Chomet, Corto Maltese: La cour secrète des Arcanes de Pascal Morelli, La
prophétie des grenouilles de Jacques-Remy Girerd, etc.
En el Reino Unido, la productora Aardman Animations
(dedicada principalmente a animación con plastilina) se hizo popular a ambos
lados del Atlántico con sus cortometrajes (especialmente la saga de Wallace y Gromit, de Nick Park) y se lanzó a la
producción de largometrajes con Evasión en la granja del mismo director.
Al abrigo de este éxito florecía la animación independiente, donde se puede
citar al estudio Bolexbrothers, y los cortometrajistas Barry Purves, Phil
Mulloy y los hermanos Quay.
Nuevas generaciones de animadores de los países del Este han mantenido
viva su tradición, casi exclusivamente en cortometrajes, entre los que destacan:
los rusos Garri Bardin, Aleksandr Petrov y Konstantin Bronzit; los checos Aurel
Klimt (con su prestigioso largometraje Fimfarum) y el veterano pero aún
activo y conocido Jan Svankmajer; el polaco Piotr Dumala; los letones Priit
Pärn y Priit Tender y, sobre todo, la Escuela
Checa de Animación, con Jiří Trnka a la cabeza.
La animación mexicana, en sus comienzos, se intento con varias producciones que en su mayoría fueron cortometrajes realizados por personas que tenían la inquietud y el deseo de involucrarse en ese ámbito artístico poco explotado en el país.
Cabe mencionar los trabajos de Alfonso Vergara Andrade y algunas de sus obras como “Paco Perico en premier” de 1935 y “Los cinco cabritos y el lobo” de 1937 cortometrajes realizados en ava films, estudio que él mismo fundó.
En la década de 1970 y principios de los años 1980 se produjeron una serie de largometrajes representativos del cine de animación mexicano:
- Los tres reyes magos (1974)
- Los supersabios (1977)
- Roy del espacio (1983)
- Katy la oruga (1984), una coproduccion mexico-española.
- Las aventuras de Oliver Twist (1987), adaptación animada de la novela de Charles Dickens hecha por Fernando Ruiz