Definición de animación
La definición correcta de la palabra animación
proviene del latín, lexema «anima»
que significa «alma». Por tanto, la acción de animar se debería traducir como
«dotar de alma», refiriéndose a todo aquello que no la tuviera.
Según el animador norteamericano Gene Deitch, «“animación cinemática” es el
registro de fases de una acción imaginaria creadas individualmente, de tal
forma que se produzca ilusión de movimiento cuando son proyectadas a una tasa
constante y predeterminada, superior a la de la persistencia
de la visión en la persona.»
Breve historia de la animación
La idea de recrear la ilusión del movimiento con una serie de dibujos es
más antigua que el nacimiento del cine. Algunos historiadores se remontan a la
prehistoria, en la que, mediante pinturas rupestres, se intentaba expresar
movimiento, para que se mantengan estáticos. Otros descubrimientos posteriores,
en Egipto y en Grecia corroboran esta tendencia a representar diferentes
fases del movimiento en su arte.
El primer intento que se conoce de una animación mediante la proyección
de imágenes data de 1640, cuando el alemán Athanasius Kircher
inventó el primer proyector de imágenes, la «linterna mágica», en la que,
mediante grabados en cristales, era capaz de proyectar diferentes fases
consecutivas del movimiento, cambiando los cristales de forma mecánica. En una
de sus proyecciones representaba a un hombre mientras dormía, abriendo y
cerrando la boca.
El incipiente mundo de la animación estuvo estancado hasta 1824,
cuando Peter Mark Roget
descubrió el principio de persistencia de la visión,
fundamento en el que se basan todas las imágenes proyectadas que conocemos hoy
en día. Demostraba que el ojo humano retiene la imagen que ve durante el tiempo
suficiente para ser sustituida por otra, y así sucesivamente, hasta realizar un
movimiento completo, como se ve en su «taumatropo».
Aunque fueron muchos los inventos nacidos a la sombra del principio de
persistencia de la visión, ninguno pasó de la categoría de juguete hasta la
llegada del «Phenakistoscopio» de Joseph Antoine Plateau, en 1831, en el que
conseguía plasmar un movimiento completo mediante el uso de dibujos.
Entre las bases del origen de la animación está el mismo juego de
sombras y la proyección
de siluetas de papeles recortados creados por la cultura china.
Surgimiento en Francia
La animación apareció antes que el propio cinematógrafo. En 1888
el francés Émile Reynaud, padre
del cine de animación, inventó el praxinoscopio, uno de los muchos juguetes ópticos
de la época, en el cual se utilizaba una técnica pre-cinematográfica de
animación. Posteriormente lo perfeccionó con su teatro óptico, que permitía proyectar películas
animadas dotadas de argumento en una pantalla para un público y, acompañadas de
música y efectos sonoros, mantuvo un espectáculo de dibujos animados desde 1892
hasta finales del siglo XIX. De su
producción, en la actualidad se conserva ¡Pobre Pierrot!, de 12 minutos de duración.
El siguiente pionero del cine de animación fue el francés Émile Cohl, que desde 1908
realizó los primeros cortometrajes de dibujos animados, entre los que se
destaca Fantasmagorie,
de un minuto y veinte segundos de duración. Otro pionero fue George Méliès, el
cual utilizó en sus filmes abundantes efectos realizados con técnicas de
animación.
Durante el cine mudo
Durante la época del cine mudo y los primeros
años del cine sonoro aparecieron las principales formas
del cine de animación.
Por un lado, las películas más comerciales, destinadas al público
masivo, como las producidas por Walt Disney o las que incluían personajes como Popeye o Betty Boop, y por otro
lado artistas de vanguardia que
contemplaron la animación como una extensión de las artes plásticas y
realizaron obras experimentales (Oskar Fischinger, Len Lye, etc.).
Entre medias, infinitas modalidades, desde los cuentos tradicionales en
siniestros muñecos animados por Ladislaw
Starewicz hasta el "reportaje animado" sobre el
hundimiento del Lusitania de Winsor McCay.
Largometrajes de animación
El primer largometraje de animación fue mudo y argentino El apóstol (1917)
de Quirino Cristiani,
película que se ha perdido porque el celuloide en el que había sido revelado fue
utilizado posteriormente, siguiendo la costumbre de la época, en la fabricación
de peines.1
Otros largometrajes tempranos (que sí están a disposición del público
actual) fueron Die
abenteuer des Prinzen Achmed (Alemania, 1926)
de Lotte Reiniger y Le roman de Renard
(Francia, concluida en 1930 pero estrenada en 1937)
de Starewicz. Finalmente, en 1937 Walt Disney estrenó Blancanieves
y los siete enanitos.
Previamente a la II Guerra Mundial, la animación era utilizada como arma
política, en la que se ridiculizaba a los grandes dictadores de la época.
Durante la guerra, eran populares entre los soldados americanos las proyecciones
y las tiras cómicas de "Ducktators", una serie de cortometrajes de
Warner Brothers. Los soldados decoraban las bombas y los aviones con dibujos de
"Ducktators".
Después de la Segunda Guerra Mundial
hubo un enorme desarrollo de lo que ya era la Industria del Cine de Animación.
En Estados Unidos, se consolidó el cartoon clásico con los
largometrajes de Disney y los cortometrajes de la Warner Bros. (con artistas
como Chuck Jones y Friz Freleng; personajes como Bugs Bunny, el pato Lucas, Elmer, Porky,
etc.), de la Metro Goldwyn Mayer (con Tex Avery), y posteriormente el nuevo estilo de
la UPA.
El National Film
Board of Canada promovió todo tipo de experimentos vanguardistas, lo
que convertiría a Canadá en una potencia de
primer orden. Destaca el trabajo de uno de los principales animadores
experimentales y abstractos de todos los tiempos: Norman McLaren. Aún hoy se pueden ver conceptos
que inventó McLaren hasta en anuncios y videoclips. Hasta nuestros días, el NFB ha
producido la obra de numerosos artistas, entre los que se puede destacar a Frédéric Back,
Ryan Larkin,
Ishu Patel,
Caroline Leaf,
Chris
Landreth, etcétera.
En los países del bloque comunista, el Estado
promovió intensamente la animación. Esto permitió a muchos animadores trabajar
sin presiones comerciales y crear obras de inmensa variedad y riesgo (y en
muchos casos realizaron películas contra el régimen político que sufrían, en
clave para pasar la censura). La primera gran figura de este desarrollo fue la
del animador checo de marionetas Jiri Trnka, un artista popular y delicado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario